"No habría poema más triste y hermoso que el que se pueda sacar de la historia americana.
No se puede leer sin ternura, y sin ver como flores y plumas por el aire, uno de esos buenos
libros viejos forrados de pergamino, que hablan de la América de los indios, de sus ciudades y de sus fiestas, del mérito de sus artes y de la gracia de sus costumbres (...).
Se leen como una novela las historias de los nahuatles y mayas de México, de los chibchas de Colombia, de los cumanagotos de Venezuela, de los quechuas del Perú, de los aymaráes de Bolivia, de los charrúas del Uruguay, de los araucanos de Chile...".
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